En mi otro blog tengo series recurrentes de blogs. Creo que mudaré varias de esas ideas para acá. El viernes leí esta columna de Juan Luis Font y me dio tanta risa (y me pareció tan acertada) que aquí les va:
El discreto encanto del frío
Esnobismo, la ilusión de vivir en un sitio de mayor calidad o quién sabe qué cosa.
Por: Juan Luis Font
Me burlo del tierno alborozo que invade a los capitalinos cuando hace frío, y mi mujer contesta airada ¡bananero!
Tiene razón. Crecí en la Costa y no disfruto esta época de vientos destemplados y vidrios sudorosos, como sí parecen hacerlo la mayoría de vecinos de la capital que sale a desempolvar guantes de gruesa lana, peludas bufandas o chumpas enguatadas o forradas con la piel de animalitos que duermen el sueño eterno. Cuando de niños mis hermanos y yo veníamos a la capital, necesitábamos reunir valor –incluso en marzo o abril– para sentarnos en la fría tabla del baño. Años más tarde me topé con que los asiáticos han inventado algo para evitar el martirio. Una pequeña tubería transporta agua caliente por debajo de la tabla y mantiene a una temperatura amigable el sentadero. No soy pues partidario del frío, pero creo que este comentario rebasa los meros gustos personales.
Es fácil percibir en quienes se visten para esta temporada cierta placidez que va más allá de la temperatura. (He visto a señoritos de mucho postín llegar a sus elegantes fiestas enfundados en abrigos de diseñador, y a proletarios que viajan en camioneta enrollarse con garbo la bufanda al cuello. Y no digamos los gorritos de lana. Hay que ver que la gente se atreve a cualquier cosa. ¿Ha visto por estos días a las damas con botas? Todo es gracias al frío. Este es un asunto muy democrático que no distingue de clase social). Se me antoja que muchos capitalinos sienten que el país –o por lo menos su ciudad– mejora de calidad cuando hace frío, que rebasa un poquito esa insoportable tara de situarse en el trópico (¡subtrópico!, me corrigen todo el tiempo). No es raro encontrar a quien anhele una blanca Navidad, o por lo menos una en la cual haga suficiente friíto para engalanarse sin necesidad de poner en marcha el aire acondicionado. Será porque en el imaginario local la Navidad valedera, la que Dios manda, está acompañada de nieve para que se deslice el trineo del barrigón de la barba blanca. Por eso se esparce esa especie de espuma artificial sobre los árboles que se importan de los bosques del norte o se instalan copias iluminadas de casitas de dos aguas entre mares de algodón que reproducen un paisaje de Nueva Inglaterra. El invierno intenso es una aspiración sentida.
Por décadas he oído el argumento de cuán mejores eran los tiempos en que aquí reinaba el viento helado y las personas necesitaban un abrigo a las 11 de la mañana. Pero consulto las estadísticas y, oh sorpresa, en los últimos 50 años el clima del país en general sólo ha variado en 0.7 grados centígrados.
Acaso la felicidad de quienes se abrigan para la temporada se explique simplemente como esnobismo. Cabe la posibilidad. Pero también es posible, no más posible digo, que esa actitud ayude a explicarse con la notoria incomodidad de muchos vecinos de la ciudad de Guatemala con el resto del territorio nacional. Esa diferencia que se explica con un solo término: el interior del país, para referirse a la provincia.
¿Por qué el interior? ¿Acaso la ciudad de Guatemala se encuentra afuera? En sentido figurado sí lo está. En la capital se encuentra el aeropuerto de donde parten los aviones que permiten llegar al mundo civilizado, del cual la ciudad es apenas un islote en este mar de rusticidad e ignorancia. Los del interior somos primitivos y retrasados, medio mudos sino mudos completos. Lo bueno, lo deseable se encuentra allá, al Norte, porque el interior es un lugar infesto de mosquitos, de culebras, de calor y de todo lo opuesto al buen clima, al viento helado que a partir de octubre redimen a esta noble capital.
Fuente: http://www.elperiodico.com.gt/es/20081107/opinion/78650/ citado el 8 de noviembre del 2008.
3 comments:
¿No acabo yo de "bloggear" acerca de como me gusta usar bufanda? De las primeras cosas que compré cuando vine a los USA fue un mi abrigo, y por ahí en mi Facebook tengo una mi foto con nieve. Y toda la vida he hecho el comentario de como me gusta el "friito".
¡Hm! Y yo que me las llevaba de campechano...
Sí hombre, cabal me recordé de eso ja ja ja!
Pero es diferente andar con abrigo donde usted vive que en Guate! Yo una vez ví mara recién salida del norte de suecia en diciembre, pero en carretera a El Salvador.
A mí siempre me gustó más el calor, pero como ahora soy arribista, cambié al frío.
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